Las veladas amenazas de Putin sobre Ucrania
La sesión anual de preguntas y respuestas con el público del presidente de Rusia, Vladimir Putin, siempre ha sido un evento de proporciones gigantescas y cuidadosamente calculado.
Este año, duró casi cuatro horas y estuvo dominado por preguntas sobre Crimea y Ucrania.
Fue la oportunidad para Putin de proyectarse a su pueblo como un estadista firme, un líder que, desde un punto de vista ruso, tiene esta crisis bajo control.
Para sus adeptos, parecería un hombre de paz ejemplar, abogando por la diplomacia y las concesiones.
Pero lo que sus críticos hubieran escuchado son amenazas veladas y una subyacente férrea determinación de salirse con la suya.
Y, en vista de lo que se ha acordado en Ginebra, sus comentarios también son iluminadores, una guía de lo que Moscú se propone.
Punto de partida
El principal argumento de Putin fue que el meollo de cualquier concesión debe contemplar un acuerdo entre el gobierno de Kiev y los "verdaderos representantes" de los rebeldes rusohablantes en el este de Ucrania (incluidos algunos de los supuestos líderes separatistas que han sido encarcelados).
De hecho, ese fue el punto de partida de Rusia en las conversaciones del sábado entre Rusia, Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea y que han resultado en un acuerdo para iniciar un proceso que reduzca la tensión.
Pero lo que Putin dejó claro, desde su punto de vista, es que las conversaciones más importantes entre los bandos opuestos en la misma Ucrania están aún por empezar.
Lo que resaltó una y otra vez es que todo lo que Rusia busca es precisamente lo que los manifestantes pro rusos en el este de Ucrania quieren: algún tipo de pacto de federalismo o descentralización para que puedan manejar sus propios asuntos (y, presumiblemente, mantener lazos estrechos con Moscú), y una garantía de que esos derechos sean protegidos por la ley.
No importa qué sucede primero, declaró: un referendo para cambiar la constitución o las elecciones convocadas para el 25 de mayo para elegir un nuevo presidente ucraniano. La clave estaría en si Kiev puede cumplir un acuerdo y garantías que los ucranianos del este acepten.
Todo bien, hasta ahí. Ni una señal de objetivos secesionistas, del este de Ucrania siguiéndole lo pasos a Crimea para separarse y unirse a Rusia (una opción que no tiene tanta acogida, parece, ni el este de Ucrania como lo tuvo entre los rusohablantes en Crimea). Eso, parece, no es lo que Rusia quiere.
Pero esa visión de concesión, si todo marcha bien con las negociaciones, era sólo la mitad de lo que Putin tuvo que decir. También hubo palabras duras y advertencias de lo que podría pasar si este intento de salir de la crisis no funciona.
"Miren a Yugoslavia"
Putin expresó que haber enviado el ejército ucraniano al este del país fue una locura, un "crimen grave" que significaba que el gobierno ilegal de Kiev estaba al borde del abismo.
Rechazó categóricamente las acusaciones de que las fuerzas especiales de Rusia estaban operando en el este de Ucrania. Eso, dijo, era un “completo disparate”: las únicas fuerzas en Ucrania eran locales, forzadas a tomar armas para defenderse.
Kiev tendría que retirar sus tropas y artillería pesada, exigió el mandatario, antes de que cualquier concesión pudiera funcionar.
De lo contrario, Moscú no reconocería las elecciones de mayo y, más pavoroso aún, todos recordarían que el Parlamento ruso le había dado lo que llamó el "derecho" a usar la fuerza militar en Ucrania.
Reiteró que esperaba no tener que dar esa orden. Pero la amenaza se mantiene: como último recurso, esas decenas de miles de tropas acantonadas en la frontera podrían recibir la orden de invadir.
Y si los rusos temían que eso podría crear una enemistad por primera vez en la historia entre Rusia y sus hermanos ucranianos, esa no era la culpa de Rusia, aclaró Putin. Aludió a las potencias extranjeras (sin nombrarlas) que siempre estaban intentando crear una división entre Rusia y sus vecinos por el miedo al tamaño y poder de Rusia.
"Miren a Yugoslavia", expresó. "La cortaron en pedazos y empezaron a manipularla. Eso es lo que quieren hacer con nosotros".
Ansiedades
Esa idea de que Occidente está decidido a debilitar a Rusia también surgió en otros de sus comentarios.
La adhesión de Crimea a Rusia también había sido en el interés de la defensa nacional, reconoció, porque, de lo contrario, la OTAN se hubiera metido a la fuerza en Crimea y Sebastopol, desplazando a Rusia de su legítima posición en el corazón del mar Negro.
Pero la actitud de Putin hacia Occidente es complicada. Él también quiere volver a una relación amistosa como, parece ser, lo quieren muchos rusos.
Una secuencia de preguntas dejó en claro que, mientras muchos rusos le darían la bienvenida al regreso de Crimea a la madre patria, también están preocupados del precio que tendrían que pagar por esa victoria.
El presidente trató de tranquilizarlos:
- Hay suficiente dinero en reservas rusas para cubrir los miles de millones necesarios para sostener a Crimea
- Las devastadoras sanciones europeas no se aplicarían
- Rusia no enfrenta la perspectiva de un aislamiento internacional porque muchos países comprenden su punto de vista
- Si la crisis de Ucrania pudiera ser resuelta de manera pacífica, se podría restaurar la buena relación con Estados Unidos y Europa
Fue una reflexión reveladora de las ansiedades del ruso común.
De la misma manera que su presentación esa noche dejó entrever los temores y sospechas que han dirigido las acciones de Vladimir Putin hasta ahora y un vistazo al plan de cómo piensa que se podría resolver la crisis ucraniana.
Pero las tensiones no han disminuido. Sus reclamos contra Occidente, que están muy arraigados, probablemente no desaparecerán. Después de todo lo que ha ocurrido, podría resultar más difícil de lo que cree restaurar la cooperación con socios occidentales y con cualquier nuevo gobierno en Ucrania.
Todavía es muy temprano para saber en qué dirección vaya esta crisis.
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