El precio del petróleo de EE.UU. cae debajo del umbral simbólico de US$50 el barril
RedacciónBBC Mundo
El petróleo de EE.UU. no estaba tan barato desde 2009.
El precio del petróleo en Estados Unidos cayó este lunes por debajo de la barrera simbólica de los US$50 por barril.
Es la primera vez que esto ocurre desde abril de 2009.
El valor del crudo estadounidense, conocido como WTI (West Texas Intermediate) está a menos de la mitad del que tenía hace seis meses.
Otro de los precios de referencia del petróleo a nivel mundial, el llamado crudo de Brent, o del Mar del Norte, se cotizó el lunes a US$53, también experimentando una tendencia a la baja.
Los inversores están preocupados que una combinación de un exceso de oferta de crudo en el mercado y una débil demanda por cuenta de la recesión global podría llevar a nuevas reducciones en el precio del petróleo.
Menos apetito
La producción petrolera aumenta mientras la demanda disminuye.
La producción en Estados Unidos ha aumentado sustancialmente en los últimos años por cuenta del uso del método de "fracking", que ha convertido a regiones como el estado de Dakota del Norte y Pensilvania en grandes productores.
Sin embargo, el aumento en la actividad petrolera ocurre justo en momentos en que muchas economías globales, desde Europa hasta China, han disminuido su antes voraz apetito por el petróleo.
Esto, combinado con la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de continuar extrayendo petróleo a su ritmo actual, ha dejado preocupados a muchos inversores.
Lo que a su vez ha llevado a que las acciones de las principales empresas petroleras, desde BP a Exxon Mobil, hayan experimentado fuertes caídas en los últimos meses.
Líos fiscales
Regiones como Dakota, en el centro del país, se habían convertido en importantes productores.
Como señala el reportero de la BBC Russell Hutton, los analistas predicen una ola de fusiones y adquisiciones en las empresas petroleras, con compañías aferrándose a acuerdos de rescate y con una caída el valor de las acciones que puede generar gangas para los depredadores que tengan los bolsillos más grandes.
También se teme que la caída en los precios globales de petróleo provoque serios aprietos fiscales en varios de los principales países productores como Venezuela y Rusia, naciones que dependen en buena medida de las exportaciones del crudo.
Pero como indica María Esperanza Sanchez de BBC Mundo, para países que importan petróleo, como los países centroamericanos o Chile, la caída de los precios es una gran noticia.
Chile es quizás uno de los mayores beneficiarios, ya que depende en buena medida de la producción de cobre, que requiere un alto consumo de energía.
Bolivia, que mantiene un programa de subsidios al consumo energético, podrá al menos reducir sus gastos por este concepto.
Y por supuesto están los países de Centroamérica y del Caribe, que son en su mayoría pequeñas economías importadoras de petróleo, y que por lo tanto también se beneficiarán.
De manera que la caída de los precios es una bendición para unos, pero un verdadero dolor de cabeza para algunas de las economías más importantes de la región, indica María Esperanza Sanchez, de BBC Mundo.
¿Es Putin responsable del desplome de la economía de Rusia?
Ben JudahEspecial para BBC
Putin responsabiliza a Estados Unidos y a Arabia Saudita por la guerra en Ucrania, la caída de los precios petroleros y el colapso del rublo, la moneda nacional.
Rusia culpa a Occidente. No solo por la guerra en Ucrania, que a su juicio proviene de una revolución orquestada por los poderes de Occidente, sino también por la caída de los precios petroleros y el colapso del rublo, la moneda nacional.
En el Kremlin tienen la teoría de una conspiración de Estados Unidos y Arabia Saudita, junto a una guerra económica promovida por la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.
Sin embargo, tanto la guerra en Ucrania como la crisis del rublo pudieron evitarse. En pocos países es tan evidente la dependencia de la economía del petróleo como en Rusia.
Peligrosa dependencia
El Kremlin sabía, incluso desde que arrancó el boom petrolero hace diez años, que el sistema político estaba siendo construido sobre la base de algo que Vladimir Putin no podía controlar: el precio del crudo.
Los propios reportes del gobierno reflejan que las ventas de petróleo y gas representaban el 50% del presupuesto nacional de ingresos en el 2013.
Esa constituía ya una señal de mal agüero, debido a que aproximadamente la mitad de la población rusa vive del presupuesto nacional, como empleados públicos, pensionados o recibiendo beneficios del Estado.
Esto significa que el colapso del precio del petróleo amenaza la fragilidad de las bases del sistema, sobre las cuales el Kremlin compra la lealtad de la mayoría a través de dádivas del gobierno.
Debido a la marcada dependencia de Rusia de la renta petrolera, la principal amenaza para el valor del rublo es el precio del petróleo.
La administración de Putin necesita los precios para mantenerse estable. De hecho, necesitan que suban para poder mantener el estándar de vida de buena parte de la población.
Ahora los rusos van a tener que encarar una temporada de austeridad.
Costoso patriotismo
"Si la situación continúa desarrollándose desfavorablemente como hasta este momento, tendremos que ajustar nuestros planes, y cortar los presupuestos en ciertas áreas", dijo el presidente Vladimir Putin en su esperada conferencia de prensa del jueves.
Las proyecciones del presupuesto de gastos de Rusia para el 2015 tenían un precio del petróleo estimado en US$100.
El equilibrio presupuestario del país solo puede alcanzarse si el precio llega a esa cifra.
En ese sentido, el Kremlin puede quedarse sin dinero en efectivo para financiar expresiones de patriotismo entusiasta como las de los Juego Olímpicos de Sochi, que costaron US$50 mil millones, o la operación para invadir y anexarse Crimea, que incurrió en un gasto estimado de US$75 mil millones.
Perdiendo la lealtad del pueblo
Para las masas la asociación entre Putin y su mejora en la calidad de vida puede romperse muy pronto.
Aproximadamente la mitad de la población rusa depende de beneficios del Estado. Para las masas la asociación entre Putin y su mejora en la calidad de vida puede romperse muy pronto.
Mientras que para la élite, el actual presidente puede que ya no sea una garantía de estabilidad económica.
Dentro del gobierno no solo se habla de recortes presupuestarios, sino de despidos masivos en las empresas estatales como Gazprom.
También existe el riesgo de que al tratar de escapar de la crisis del rublo, se caiga en una etapa inflacionaria, lo cual afectaría seriamente la calidad de vida del ciudadano común y corriente.
Ya la clase media rusa está padeciendo las onerosas tasas de interés de las hipotecas, y ya han hecho impagables el consumo de productos importados y las vacaciones al exterior.
Sospechosos habituales: EE.UU. y Arabia
En la rueda de prensa del jueves Putin acusó a los países de Occidente de conspirar para debilitar Rusia, y de construir un Muro de Berlín "virtual" para separarlos de Europa.
El gobierno ha acusado directamente a Washington y a Riyad, capital de Arabia Saudita, como responsables del colapso en el precio petrolero con el objetivo de debilitar a Rusia y a Irán.
Pero incluso esto no absolvería a Putin de su responsabilidad por la crisis rusa.
Uno de los principales temas de discusión en Moscú en la última década, tanto en círculos liberales como conservadores, ha sido cómo construir una economía capaz de soportar las salvajes oscilaciones del precio petróleo.
Tal como le ocurrió a la Unión Soviética en 1992, la actuación de Arabia Saudita y EE.UU. en el mercado petrolero, estaría implosionando a la economía rusa.
Existe un pleno conocimiento de la vulnerabilidad del rublo. De hecho, hay consenso entre la élite política de que mientras el 60% de las ganancias por exportaciones de Rusia provengan del petróleo, los mercados no tratarán al rublo más que como una "petromoneda".
El sordo Putin
Hubo reportes de los servicios de inteligencia y de organizaciones dedicadas al análisis de la situación política y económica, como el Instituto de Desarrollo Contemporáneo, advirtiendo que la economía rusa era un rehén de los mercados financieros occidentales y de sus posibles manipulaciones.
Por otra parte, Putin ha ignorado consejos como los de Yegor Gaidar, quien fuera primer ministro inmediatamente después del colapso de la Unión Soviética en 1992.
Gaidar escribió un largo llamado de atención a Putin, titulado El Colapso de un Imperio, explicando que la súbita implosión de la Unión Soviética se debió a la caída de los precios petroleros, gracias al acuerdo entre Estados Unidos y Arabia Saudita para incrementar la producción.
Rusia está cometiendo el mismo error. Según el escrito, la culpa es de Moscú por fundamentar su economía en barriles de petróleo, los cuales tienen un valor que es fácilmente manipulable por sus peores enemigos.
El propio gobierno sabía que la crisis petrolera era inevitable.
Vladimir Putin ignoró la estrategia 2020 de su propio gobierno, la cual preveía que "la diversificación estructural de la economía debía hacerse visible en la diversificación de las exportaciones".
Ignoró las peticiones de Dimitri Medvedev, hechas como primer ministro y como presidente, cuando en el 2009 le preguntaba a los rusos: "¿Puede una economía basada en materia prima y con una corrupción endémica llevarnos al futuro?".
Incluso el todopoderoso asesor del Kremlin, Vladislav Surkov, quien actualmente dirige la operación en Ucrania, advirtió en 2010 que "no somos como Kuwait… No podemos ser un pequeño y próspero emirato".
"Somos un país grande que no podrá alimentarse del petróleo. Debemos aprender a hacer dinero con nuestros cerebros".
Los proyectos de Medvedev y Surkov de crear un parque científico en Skolkovo, en las afueras de Moscú, quedaron reducidos al mínimo.
Mientras tanto, Putin pareciera preferir los dramas a ritmos acelerados como Ucrania y Siria, que dedicarse a atender el desarrollo progresivo de una industria que da sus primeros pasos promoviendo tecnología y pequeños negocios.
La tormenta perfecta
"Nos encontramos en una tormenta perfecta y me imagino que no se debe a un accidente, porque de alguna forma creamos esta tormenta para nosotros mismos", dijo el ministro de Economía, Alexei Ulyukayev, el jueves pasado.
Putin, por su parte, comentó: "No hemos hecho mucho de lo que estábamos planeando hacer para diversificar nuestra economía en los últimos 20 años".
Luego agregó: "la vida misma" se encargará ahora de hacer que la tarea se realice.
Y después retomó las acusaciones contra Occidente.
Sería más preciso decir que la responsabilidad recae en Putin y en los políticos que no lo desafiaron y desaprovecharon la oportunidad de construir una economía robusta cuando aún podían lograrlo.
El valor del rublo se redujo a la mitad este año, más o menos en línea con la caída del precio del petróleo.
La magnitud de la crisis económica de Rusia, como consecuencia de la caída de los precios petroleros y las sanciones de los países occidentales, puede demostrarse con algunas cifras concretas.
Petróleo y gas representan dos tercios de las exportaciones rusas, que equivalen a unos US$530 mil millones. Sin esos ingresos, el país enfrentará un descomunal déficit en su comercio y tratos financieros con el resto del mundo.
Eso explica por qué el Banco Central de Rusia espera una salida de capitales de más de US$100 mil millones este año y el próximo.
El gasto público depende casi por completo de los ingresos vinculados al sector de energía.
Sin ese soporte, el gobierno de Vladimir Putin tendrá que incurrir en un endeudamiento de 10% por año, según proyecta el FMI (Fondo Monetario Internacional).
Con el gigantesco e insostenible déficit no petrolero en el sector público y el comercio exterior, resulta muy fácil entender por qué los inversionistas no quieren tocar el rublo ni con un palo.
A esto se suma el efecto que las sanciones impuestas por los países de Occidente a Rusia, para castigar a Putin por su aventura en Ucrania, complicándole aún más la situación a Moscú para poder salir del lío con su pequeña economía no petrolera.
¿Un gobierno desesperado?
No es de extrañar entonces que el rublo se haya reducido a la mitad este año, más o menos en línea con la caída del precio del petróleo.
El Banco Central de Rusia anunció alza de las tasas de interés de 10% a 17%, lo cual tendrá un efecto en la inflación del país.
Eso despierta el escenario de la inflación galopante, con precios que ya han subido 9% al año.
Y aun cuando la decisión del Banco Central de Rusia de incrementar la tasa de interés de 10% a 17% es “llamativa”, puede que funcione para frenar la caída del rublo.
Sin embargo, también podría reforzar los temores de los inversionistas de que el gobierno esté cada vez más desesperado e impotente frente a un tsunami de mercado.
Olas globales
Rusia todavía no ha colapsado.
A mediados de año el FMI proyectó que las reservas internacionales de Rusia equivalían a un año de importaciones. Eso podría haberse reducido a 10 meses en este momento, pero aún es una suerte de colchón para amortiguar la caída.
Pero ¿qué significa esto para el resto del mundo?
Bueno, en principio no ayuda mucho que Rusia esté succionando la demanda de una economía mundial que ya estaba luciendo bastante paupérrima con el estancamiento de la zona del euro y el desaceleramiento de China.
En cuanto a la exposición de los bancos en el exterior, que asciende a unos US$364 mil millones, esto es algo serio pero no una amenaza mortal.
También hay más de medio billón de dólares en bonos rusos en el mercado internacional, de los cuales cerca de un tercio ha sido emitido por el gobierno.
Muchos inversionistas verán estos títulos como basura, aun cuando las agencias de clasificación de riesgo nos los hayan catalogado como tal.
Para resumir la situación, Rusia tiene una fuga masiva de dinero, y a falta de un acuerdo con Occidente sobre la situación en Ucrania, lo cual no parece inminente, es difícil ver cómo se puede tapar el agujero.
El presidente ruso habló en la sesión anual de preguntas y respuestas con el público.
La sesión anual de preguntas y respuestas con el público del presidente de Rusia, Vladimir Putin, siempre ha sido un evento de proporciones gigantescas y cuidadosamente calculado.
Este año, duró casi cuatro horas y estuvo dominado por preguntas sobre Crimea y Ucrania.
Fue la oportunidad para Putin de proyectarse a su pueblo como un estadista firme, un líder que, desde un punto de vista ruso, tiene esta crisis bajo control.
Para sus adeptos, parecería un hombre de paz ejemplar, abogando por la diplomacia y las concesiones.
Pero lo que sus críticos hubieran escuchado son amenazas veladas y una subyacente férrea determinación de salirse con la suya.
Y, en vista de lo que se ha acordado en Ginebra, sus comentarios también son iluminadores, una guía de lo que Moscú se propone.
Punto de partida
Putin negó que las fuerzas especiales de Rusia estén operando en el este de Ucrania.
El principal argumento de Putin fue que el meollo de cualquier concesión debe contemplar un acuerdo entre el gobierno de Kiev y los "verdaderos representantes" de los rebeldes rusohablantes en el este de Ucrania (incluidos algunos de los supuestos líderes separatistas que han sido encarcelados).
De hecho, ese fue el punto de partida de Rusia en las conversaciones del sábado entre Rusia, Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea y que han resultado en un acuerdo para iniciar un proceso que reduzca la tensión.
Pero lo que Putin dejó claro, desde su punto de vista, es que las conversaciones más importantes entre los bandos opuestos en la misma Ucrania están aún por empezar.
Lo que resaltó una y otra vez es que todo lo que Rusia busca es precisamente lo que los manifestantes pro rusos en el este de Ucrania quieren: algún tipo de pacto de federalismo o descentralización para que puedan manejar sus propios asuntos (y, presumiblemente, mantener lazos estrechos con Moscú), y una garantía de que esos derechos sean protegidos por la ley.
No importa qué sucede primero, declaró: un referendo para cambiar la constitución o las elecciones convocadas para el 25 de mayo para elegir un nuevo presidente ucraniano. La clave estaría en si Kiev puede cumplir un acuerdo y garantías que los ucranianos del este acepten.
Todo bien, hasta ahí. Ni una señal de objetivos secesionistas, del este de Ucrania siguiéndole lo pasos a Crimea para separarse y unirse a Rusia (una opción que no tiene tanta acogida, parece, ni el este de Ucrania como lo tuvo entre los rusohablantes en Crimea). Eso, parece, no es lo que Rusia quiere.
Pero esa visión de concesión, si todo marcha bien con las negociaciones, era sólo la mitad de lo que Putin tuvo que decir. También hubo palabras duras y advertencias de lo que podría pasar si este intento de salir de la crisis no funciona.
"Miren a Yugoslavia"
Putin audió a las potencias extranjeras (sin nombrarlas) por tratar de crear una división entre Rusia y sus vecinos.
Putin expresó que haber enviado el ejército ucraniano al este del país fue una locura, un "crimen grave" que significaba que el gobierno ilegal de Kiev estaba al borde del abismo.
Rechazó categóricamente las acusaciones de que las fuerzas especiales de Rusia estaban operando en el este de Ucrania. Eso, dijo, era un “completo disparate”: las únicas fuerzas en Ucrania eran locales, forzadas a tomar armas para defenderse.
Kiev tendría que retirar sus tropas y artillería pesada, exigió el mandatario, antes de que cualquier concesión pudiera funcionar.
De lo contrario, Moscú no reconocería las elecciones de mayo y, más pavoroso aún, todos recordarían que el Parlamento ruso le había dado lo que llamó el "derecho" a usar la fuerza militar en Ucrania.
Reiteró que esperaba no tener que dar esa orden. Pero la amenaza se mantiene: como último recurso, esas decenas de miles de tropas acantonadas en la frontera podrían recibir la orden de invadir.
Y si los rusos temían que eso podría crear una enemistad por primera vez en la historia entre Rusia y sus hermanos ucranianos, esa no era la culpa de Rusia, aclaró Putin. Aludió a las potencias extranjeras (sin nombrarlas) que siempre estaban intentando crear una división entre Rusia y sus vecinos por el miedo al tamaño y poder de Rusia.
"Miren a Yugoslavia", expresó. "La cortaron en pedazos y empezaron a manipularla. Eso es lo que quieren hacer con nosotros".
Ansiedades
Esa idea de que Occidente está decidido a debilitar a Rusia también surgió en otros de sus comentarios.
La adhesión de Crimea a Rusia también había sido en el interés de la defensa nacional, reconoció, porque, de lo contrario, la OTAN se hubiera metido a la fuerza en Crimea y Sebastopol, desplazando a Rusia de su legítima posición en el corazón del mar Negro.
Pero la actitud de Putin hacia Occidente es complicada. Él también quiere volver a una relación amistosa como, parece ser, lo quieren muchos rusos.
Una secuencia de preguntas dejó en claro que, mientras muchos rusos le darían la bienvenida al regreso de Crimea a la madre patria, también están preocupados del precio que tendrían que pagar por esa victoria.
El presidente trató de tranquilizarlos:
Hay suficiente dinero en reservas rusas para cubrir los miles de millones necesarios para sostener a Crimea
Las devastadoras sanciones europeas no se aplicarían
Rusia no enfrenta la perspectiva de un aislamiento internacional porque muchos países comprenden su punto de vista
Si la crisis de Ucrania pudiera ser resuelta de manera pacífica, se podría restaurar la buena relación con Estados Unidos y Europa
Fue una reflexión reveladora de las ansiedades del ruso común.
De la misma manera que su presentación esa noche dejó entrever los temores y sospechas que han dirigido las acciones de Vladimir Putin hasta ahora y un vistazo al plan de cómo piensa que se podría resolver la crisis ucraniana.
Pero las tensiones no han disminuido. Sus reclamos contra Occidente, que están muy arraigados, probablemente no desaparecerán. Después de todo lo que ha ocurrido, podría resultar más difícil de lo que cree restaurar la cooperación con socios occidentales y con cualquier nuevo gobierno en Ucrania.
Todavía es muy temprano para saber en qué dirección vaya esta crisis.
Exclusión de Rusia del G8: ¿el origen de un nuevo orden mundial?
Mark Urban
BBC
El canciller británico, William Hague, expresó que será difícil revivir el G8.
El G7 está de regreso después de que los líderes de los países más industrializados del mundo, agrupados en el denominado G8, decidieran excluir a Rusia este lunes.
Bajo el liderazgo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, los presidentes del grupo -que también incluye a Alemania, Canadá, Francia, Japón, Italia y Reino Unido-, se reunieron en La Haya sin la delegación rusa, en represalia a la anexión de Crimea por parte de Moscú.
El canciller ruso, Sergei Lavrov, aseguró que la decisión no es una "gran tragedia" para su país.
Lo cierto es que los acontecimientos en Ucrania han cambiado profundamente las percepciones occidentales con respecto a Rusia y es muy difícil imaginar un retorno rápido a la normalidad.
Al llegar a Holanda para la cumbre, el presidente Barack Obama dijo que EE.UU. y Europa se unieron en la imposición de sanciones que traería "consecuencias significativas para la economía rusa".
Michael McFaul, exembajador de EE.UU. en Moscú, escribió que el presidente Putin "se aprovecha de la confrontación con Occidente ... (y) ha hecho un giro estratégico”.
Sin embargo, Carl Bildt, ministro de Relaciones Exteriores de Suecia , dijo en Twitter que el pronóstico sombrío del señor McFaul estaba subestimando el problema ya que el presidente ruso estaba "construyendo sobre ideas ortodoxas profundamente conservadoras”.
Cuando los responsables de las buenas relaciones entre Oriente y Occidente están en estos términos, se sabe que no es flor de un día.
¿Será que esto es una segunda Guerra Fría o es sólo un reajuste menor de la política mundial?
La respuesta a esto va a depender en buena parte de las decisiones que se tomen en los próximos días: una invasión del este de Ucrania podría activar una guerra a gran escala, pero la consolidaciones de la mano firme en Crimea, con acciones encubiertas apoyando a grupos militantes rusos en Donetsk o Járkov, crearían un dilema aún más difícil para los gobiernos occidentales.
El ambiente de tensión podría pasar de lo comercial a lo militar.
Sin embargo, dado que el Kremlin no sólo parece tener poca intención de cambiar su posición sobre Crimea, sino que además ha abierto la posibilidad de una intervención de apoyo a los rusos en Moldavia, o en las repúblicas del Mar Báltico (miembros de la OTAN después de todo), es evidente que el nuevo clima de tensión no va a disminuir rápidamente, y que además puede empeorar.
Hasta ahora, la percepción pública de la dependencia europea del comercio de Rusia ha llevado a muchos a suponer que es poco probable que se tomen sanciones significativas.
Pero quienes tienen ese punto de vista, podrían estar subestimando el grado en que los líderes europeos ya están de acuerdo (hasta ahora en privado) para tomar medidas más duras. O el grado de culpa que tienen por no haber actuado con mayor eficacia hace años.
Las "medidas específicas" promulgadas hasta la fecha por EE.UU. y la UE simplemente penalizan a algunos amigos de Putin y sus aliados políticos. Las sanciones que en principio fueron acordadas por líderes de la UE la semana pasada contra empresas rusas, nos podría llevar a territorio de auténtica guerra comercial.
La semana pasada también, la Comisión Europea se comprometió a intensificar el trabajo para reducir la dependencia energética de Rusia. Y es en este área en la que los líderes europeos han mostrado su resentimiento por haber sido engañados por Putin y haber permitido que las cosas volvieran a la normalidad.
La interrupción del suministro de gas ruso en 2006, y la guerra de 2008 con Georgia, fueron los eventos que llevaron a promesas anteriores para reducir la dependencia energética.
Pero en aquel entonces, privadamente muchos culparon a Georgia por provocar a los militares rusos y no pudieron esperar para volver a hacer negocios con la economía BRIC (Brasil, Rusia, India y China), de los países en auge.
La posición de Angela Merkel frente a Rusia se ha endurecido en los últimos días.
Se está tomando en serio ahora la posibilidad de reducir las importaciones de gas ruso, apuntándole a la capacidad de Ucrania para hacer lo mismo, y acordar nuevas medidas antes de la próxima movida de Rusia, no después.
Tal como el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, le dijo al programa Newsnight de la BBC a principio de este mes, una guerra comercial podría herir a Rusia más que la UE.
Rusia representa el 7% de las exportaciones europeas, pero a la inversa, lo que se importa al país desde el resto del continente, representa un 21% de su comercio.
Nadie personifica más esa sensación de querer evitar ser engañado de nuevo por el Kremlin que Angela Merkel. Si bien es cierto que el comercio alemán sigue siendo muy significativo en sus cálculos, su posición política se ha vuelto notablemente más dura en los últimos días.
Hasta dónde va todo esto, incluso sin necesidad de una acción militar de Rusia contra Ucrania o Moldavia, sigue sin estar claro.
Si el proyecto de la UE de reducir su dependencia energética de Rusia da frutos, es posible que el reciente crecimiento del comercio a través de la antigua cortina de hierro quede a la inversa.
Otros debates se llevarán a cabo entre los líderes del G-7, en los pasillos del edificio Berlaymont, sede de la Comisión Europea y en la OTAN: ¿en qué medida los compromisos diplomáticos planeados previamente con Putin son ahora tóxicos? ¿Cómo se puede reforzar la alianza con Ucrania? ¿Habrá que revisar la aguda caída en el gasto en defensa por parte de Europa?
Algunas de estas respuestas son cada vez más claras. No habrá cumbre del G8 en Sochi, y ya Rusia no hace parte del exclusivo club de las naciones industrializadas, que es de nuevo el G7.
Podría haber nuevas medidas contra el círculo íntimo del presidente Vladimir Putin, y se mantendrá el aumento de despliegue de fuerzas de la OTAN en las Repúblicas Bálticas.
Pero existe mucha incertidumbre, incluyendo al nivel más extremo, si una mayor acción militar rusa podría llevar a sanciones de gran escala, un alto en el recorte de las tropas estadounidenses en Europa, y una nueva era de hielo en la diplomacia internacional.
Obama indicó que el referendo viola la ley internacional.
La Unión Europea (UE) y Estados Unidos se unieron al gobierno de Ucrania para condenar, por su caracter "ilegal", la iniciativa de Crimea de convocar un referendo para unirse a Rusia.
La UE, reunida en Bruselas, amenazó con "serias consecuencias" si Rusia no actúa para poner fin a la crisis.
En una declaración escrita la UE indicó que "cualquier paso adicional de la Federación Rusa para desestabilizar la situación en Ucrania podría llevar a severas consecuencias... lo que incluirá una amplia gama de áreas económicas"
El parlamento regional de la península ucraniana de Crimea votó para oficialmente formar parte de la Federación Rusa y además los legisladores decidieron adelantar para el 16 de marzo el referendo para que los ciudadanos decidan el futuro de la región.
La iniciativa pide al presidente ruso Vladimir Putin "empezar el procedimiento sobre el referendo".
Por su parte, el presidente de EE.UU., Barack Obama, envió una advertencia a Rusia al ratificar que Washington y sus aliados están decididos a no permitir ninguna violación a leyes internacionales.
Obama dijo que el referendo sobre el futuro de Crimea lanzado este jueves por el parlamento de esa región ucraniana para unirse a Rusia "viola la soberanía de Ucrania y la ley internacional".
Pero Obama dijo que una solución negociada todavía es posible.
El presidente confirmó que firmó una orden que permite el congelamiento de cuentas bancarias y restricciones de visado para aquellos ciudadanos rusos o ucranianos acusados de violar la integridad territorial ucraniana.
Consulta popular
Crimea tiene una población mayoritariamente de origen ruso.
Originalmente el gobierno local planeaba celebrar el voto dentro de dos meses.
Pero se informa que los parlamentarios en Simferopol, la capital de Crimea, votaron unánimemente a favor de los cambios.
En Kiev, un ministro del gobierno interino de Ucrania indicó que pensaba que la unión de Crimea a Rusia era inconstitucional.
Crimea es una región cuya población es principalmente de origen ruso y ha estado al centro de las tensiones que siguieron a la caída del presidente pro ruso Víktor Yanukóvich el 22 de febrero.
Soldados pro rusos mantienen un control de facto en la península. Pero tal como señalan los corresponsales de la BBC en la región, la presencia de los rusos ahora es menos evidente en el terreno.
"Respuesta a Kiev"
Datos sobre Crimea
Es una república autónoma dentro de Ucrania
Fue transferida por Rusia en 1954
Población de origen ruso: 58,5%
Población de origen ucraniano: 24,4%
Población de tártaros de Crimea: 12,1%
Fuente: censo de Ucrania de 2001
Durante la votación parlamentaria sobre el cambio de fecha del referendo 78 legisladores votaron a favor y ocho se abstuvieron.
"Esta es nuestra respuesta a los disturbios y anarquía en Kiev", dijo Sergei Shivainikov, uno de los legisladores regionales citado por la agencia de noticias AP.
Además de decidir si desean formar parte de Rusia, los electores en Crimea podrán elegir si quieren continuar siendo parte de Ucrania pero con mayores poderes regionales.
Según difundió el parlamento, la consulta consistirá de dos preguntas:
¿Está a favor de que Crimea se una a Rusia como una entidad de la Federación Rusa?
¿Está a favor de retener el estatus de Crimea como parte de Ucrania?
Video: la crisis en 3 minutos
Bajo las actuales leyes de Ucrania, el parlamento de Crimea goza de cierto grado de autonomía.
El parlamento indicó que había resuelto "formar parte de la Federación Rusa con los derechos de los ciudadanos de la Federación Rusa".
Según el portavoz del parlamento Dmitry Perskov les dijo a medios de comunicación rusos que el presidente Vladimir Putin fue informado sobre el voto en Crimea.
El anuncio en Crimea surge mientras los líderes de la Unión Europea se reúnen en Bruselas de emergencia para discutir cómo responder al despliegue de tropas rusas en al territorio ucraniano.
Tras conocerse la votación de los legisladores en la península, Estados Unidos anunció que impondrá restricciones de visas a un grupo de funcionarios ucranianos y rusos "por ser responsables o cómplices al amenazar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania".
EE.UU. y Rusia acuerdan borrador de resolución de ONU sobre Siria
BBC
El canciller ruso aclaró que la resolución no implica el uso de la fuerza contra Siria.
Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia acordaron un borrador de resolución de Naciones Unidas sobre la eliminación de las armas químicas de Siria, según fuentes diplomáticas.
Señalaron que se convocó a una reunión del Consejo de Seguridad para las 8pm hora local en Nueva York para debatir el documento.
Los miembros permanentes presentarán el texto al pleno del Consejo.
El acuerdo es visto como un paso clave en el plan conjunto de EE.UU. y Rusia por el cual Siria aceptó revelar su arsenal y eliminarlo de aquí a mediados de 2014.
Representa el final de un estancamiento de dos años y medio en torno a Siria.
Rusia y China bloquearon tres veces las resoluciones impulsadas por las potencias occidentales en el Consejo de Seguridad contra el presidente sirio, Bashar al Asad.
Todavía no se conocen los detalles del borrador de acuerdo.
Más de 100.000 personas han muerto desde la rebelión contra el presidente Asad en 2011.
Originalmente, los gobiernos de Moscú y Washington estaban en desacuerdo sobre los términos del acuerdo.
EE.UU., con el apoyo de Francia y Reino Unido, había presionado por una resolución que conllevaba la amenaza de acción militar. Rusia se oponía a ello.
Los cinco miembros permanentes tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad, integrado por 15 países.
Este jueves, la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power, escribió en un mensaje en su cuenta de Twitter: "Acuerdo alcanzado con Rusia sobre resolución del Consejo de Seguridad que obliga legalmente a Siria a renunciar a las armas químicas que usó contra su pueblo. Se presentará al pleno esta noche".
El enviado británico Sir Mark Lyall Grant describió el acuerdo como "vinculante y ejecutable".
El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, fue quien confirmó que se había llegado al mismo.
Lavrov dijo que el acuerdo no involucra su ejecución inmediata bajo el Capítulo Siete de la Carta de la ONU, que permite el uso de la fuerza militar.
Para eso haría falta una segunda resolución.
Rusia propuso a Siria entregar sus armas químicas para impedir una acción militar estadounidense en represalia por un ataque con gas sarín en el área de Ghouta, en las afueras de Damasco, el 21 de agosto pasado.
Un informe de la ONU verificó que se había usado el gas nervioso, pero no estableció la responsabilidad del ataque.
Francia, Reino Unido y EE.UU. insisten que el informe les da la razón en el sentido de que sólo las fuerzas gubernamentales eran capaces de efectuar semejante ataque.
Rusia rechaza tal argumento. Lavrov indicó que su gobierno tiene "bases sólidas" para creer que el ataque fue una provocación de las fuerzas rebeldes.
El presidente Asad también dice que la culpa es de las fuerzas de oposición.