Colón y una guerrillera luchan por su espacio en Buenos Aires
En Buenos Aires hay sitio para que convivan en una misma avenida un homenaje al Papa y otro a Evita; a Mafalda o a Gardel. Pero la ciudad no es lo suficientemente grande para que coexistan dos personajes históricos como Cristobal Colón y la guerrillera Juana Azurduy.
Al menos eso parece a juzgar por la controversia generada por dos monumentos dedicados a sendas figuras, que compiten por un mismo espacio, frente a la Casa Rosada -sede de la Presidencia-.
La ubicación no es desdeñable. Además de divisar el Río de la Plata y el exclusivo barrio de Puerto Madero, con un poco de suerte el monumento que se ubica en la plazoleta a espaldas de la Casa Rosada puede divisarse en las retransmisiones televisivas de los discursos presidenciales.
La estatua del navegante genovés lleva casi un siglo colocado en este lugar, pero el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner pretende sustituirlo por una de la líder que luchó por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata contra el Reino de España, donada por Bolivia.
"Resulta más justo e histórico que acompañe (a la Casa Rosada) una estatua que representa a una mujer heroína en las luchas por la Independencia de la Argentina y de los hermanos Países de América del yugo colonial", argumenta el secretario de la presidenta, Oscar Parrilli.
Un punto de vista que apoyan además algunas organizaciones indígenas del país.
Además, el gobierno sostiene que la estatua de Colón sufre un grave nivel de deterioro, fruto del paso del tiempo y de varias agresiones.
Entre los planes para repararla se incluye su traslado a la ciudad de Mar del Plata, en la costa atlántica.
Protestas
Pero no todos están de acuerdo.
El monumento a Cristobal Colón fue un regalo de la comunidad italiana de Argentina con motivo del primer centenario de la Revolución en 1910 y está en la plaza desde 1921.
Sus representantes hoy dicen que retirar la estatua supone "desconocer el generoso aporte" de los italianos hace un siglo.
"Ofende a los miles y miles de italianos que viven en la Argentina y a los millones de argentinos que tienen sangre italiana", según reza un comunicado de la Federación de Asociaciones Italianas de Buenos Aires.
Bajo el lema "Colón no se Mueve", decenas de italo-argentinos y organizaciones como ¡Salvemos las estatuas! se agruparon para protestar por los planes del gobierno y exigir que la estatua se quede en su lugar.
En manos de la Justicia
Entre los opositores se encuentra además el propio gobierno de la ciudad de Buenos Aires, liderado por Mauricio Macri, uno de los mayores críticos de la presidenta y aspirante a competir por la Presidencia en las elecciones de 2015.
"Si se quieren llevar el Monumento a Colón, me pregunto cuál será el siguiente", ironizó el alcalde en su cuenta de Twitter. "¿El Monumento de los españoles? ¿El Resero de Mataderos? ¿La Flor?", dijo en referencia a otros destacados monumentos de la ciudad.
La controversia -que genera ya discusiones de tinte partidista, cultural e histórico- ha dejado a un Colón de seis metros, inmortalizado en mármol de Carrara y con 38 toneladas de peso, bajo una red de seguridad y escoltado siempre por una grúa que amenaza con desterrarle.
Así, el marinero queda a la espera de una decisión de una jueza que, ante las protestas por su posible traslado, ordenó como medida cautelar mantenerla en su puesto original. Todavía mirando hacia el Río de la Plata.
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