"Síndrome de París" enferma a un centenar de japoneses al año
Asiáticos llegan a la capital de Francia y se estrellan contra una realidad que no es como las películas. Ello les produce serias depresiones
París (DPA). Cuando un gran romance termina de pronto, algunos amantes desengañados caen en la depresión, otros pierden la cordura y se sienten perseguidos, se encierran en casa con miedo al mundo exterior. Hay un antes y un después en sus vidas, una profunda decepción. El amor frustrado a veces tiene nombre de mujer, otras de hombre y otras de ciudad: Como París, que cada año rompe el corazón a un centenar de japoneses.
Se le conoce como “síndrome de París” y, por el momento, sólo afecta a los nipones. “Estaba tan deprimido que no quería ir a ningún lado”, explica Kenzo en un reportaje del canal de televisión M6. “Ni siquiera podía caminar bien, necesitaba un bastón”. Todo era psicosomático, por supuesto. Esto es lo que puede pasar cuando se idealiza a alguien o a algo hasta la obsesión.
REALIDAD PARISINA LES RESULTA DEMASIADO CHOCANTE
Cerca de 700.000 japoneses viajan anualmente a la Ciudad de la Luz y muchos sufren una conmoción al llegar al lugar de sus sueños. Esperaban llegar al centro de la cultura más refinada, de la mejor cocina, de las mujeres vestidas como modelos y los hombres educados y elegantes.
Y se encuentran a parisinos estresados enfundados en vaqueros corriendo por los pasillos del metro. Una ciudad ruidosa y sucia, con camareros que hacen esperar y sirven un café que sabe a rayos. El París de verdad y no el de los anuncios y películas.
La realidad resulta especialmente dura para aquellos japoneses que planearon quedarse una larga temporada en la capital francesa. Por ejemplo las niñas de buena familia que desembarcan para ir a la universidad. Se enfrentan a la lentitud de los funcionarios, los malos modos de los agentes inmobiliarios y sufren un choque cultural.
Les cuesta entender que los parisinos lleguen tarde a las citas y se interrumpan y gesticulen al conversar, algo que para muchos japoneses resulta agresivo.
“Es una confrontación brutal de la armonía japonesa con el desorden evidente de Francia”, resume el médico Olivier Barles, que se ha encargado de devolver a casa a algunos de los afectados. El doctor de la organización internacional SOS cuenta que las bromas pesadas o las conversaciones demasiado directas pueden afectar seriamente a personas inestables.
El psiquiatra japonés Hiroaki Ota fue el que bautizó el fenómeno en los años noventa después de trabajar en el hospital parisino de Sainte Anne y atender allí a muchos compatriotas. Su libro “Pari sh“k“gun” (El síndrome de París) se centró en esta alteración psíquica con síntomas somáticos como el miedo, la falta de sueño, las obsesiones y la sensación de estar siendo perseguidos por los franceses.
La realizadora Sae Shimai vivió un tiempo en París. Se inspiró en su estancia, en el trabajo de Ota y en otra novela publicada por el francés Philippe Adam para dirigir una película, que, al igual que el libro, se llama “El síndrome de París”. El film, de 2008, cuenta la historia de la secretaria japonesa Chiharu, que se siente social y culturalmente aislada en París, donde pretende estudiar Historia del Arte. Su extravagante psiquiatra le diagnostica, cómo no, “síndrome de París”.
DEBATE EN INTERNET Y UN ANTÍDOTO CONTRA ESTE MAL
En Internet se encuentran debates acerca del origen del mal. Unos hablan del contraste cultural entre Japón y Francia, otros de pautas de comportamiento. “Se trata de la dificultad de vivir en Francia como extranjero, de ser un extraño en cualquier lugar”, explica un internauta en un blog. El psiquitara Yousef Mahmoudia explica que personas psíquicamente débiles pueden desarrollar síntomas espectaculares en viajes complicados.
Un antídoto contra el “síndrome de París” es lo que ha encontrado Yoshikazu Sekigushi, un ex banquero afincado en la ciudad. Allí fundó en 2006 los “pájaros verdes” con el fin de mantener limpia la ciudad siguiendo el ejemplo nipón. Ante el asombro de los parisinos, grupos de japoneses se reúnen cada dos semanas para barrer y retirar todas las colillas y bolsas de hamburguesas que encuentran en la calle. Han limpiado frente a la torre Eiffel y también en los Campos Elíseos.
“Queremos hacer París más atractivo”, explica uno de los “pájaros verdes”, “eso también ayuda contra el síndrome de París”.
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