Una protesta solitaria contra el Vaticano
Llevo dos años subiendo de vuelta a casa por la avenida Massachusetts en Washington DC, una elegante zona de la capital estadounidense donde están la mayoría de las mansiones diplomáticas y embajadas entre árboles majestuosos, jardines acicalados y ondeantes banderas nacionales.
Siempre, al pasar por en frente de la Nunciatura Apostólica -la sede diplomática del Vaticano- sin falla, ya sea una fría y oscura noche de invierno o una húmeda y caliente tarde de verano, ahí está parado el mismo hombre de avanzada edad portando un cartel que lee: "Católicos Cobardes".
Se trata de John Wojnowski, un inmigrante de origen polaco que durante los últimos 15 años marcha todos los días frente a la Nunciatura con su cartel para denunciar el abuso sexual de un sacerdote del cual dice haber sido víctima cuando era un adolescente.
La revelación del abuso sexual generalizado de menores por parte del clero estalló en 2004, un escándalo que ha sacudido a la Iglesia Católica. Aunque la institución religiosa ha tomado medidas para castigar a los culpables y pagado multimillonarias demandas para resarcir a las víctimas, los críticos sostienen que todavía hay que prestar cuidadosa atención al problema.
Memoria reprimida
John (originalmente Jan) nació en Varsovia hace 70 años pero se crió en Italia, donde su familia se mudó poco después de la Segunda Guerra Mundial. Su familia era muy católica, según dijo a BBC Mundo, inclusive tuvo un hermano que entró al seminario para ser cura.
Wojkowski describió que, cuando joven, era devoto, alegre y bien equilibrado hasta que, cuando tuvo 15 años, fu
e abusado sexualmente por un sacerdote, una experiencia que lo dejó tan traumatizado que reprimió esa memoria por casi cuatro décadas.
"Fue como si me hubiera caído un rayo, quede completamente bloqueado", expresó. "Cambió toda mi personalidad, toda mi apariencia, me la pasé evadiendo el contacto con la gente y nunca tuve amigos. Decepcioné a mis padres al no tener una carrera".
Eventualmente se casó, pero su desequilibrio emocional afectó a su matrimonio y familia hasta el punto en que reconoce que "destruí a mi esposa" y sus hijos también sufrieron mucho.
Siempre fue un trabajador manual, al inicio lavando platos y luego como obrero de construcción. Pero señaló que se sentía tan triste, inseguro y miserable que no podía trabajar, así que se jubiló anticipadamente a los 54 años. Fue entonces que empezó a recuperar la memoria del hecho que cambió su vida.
Respuesta insatisfactoria
"Al principio no estuve preparado para hablar de pedofilia ni para revelar mi nombre. No quería hacer sufrir a mi madre que era muy religiosa y que viera a su hijo luchando contra la iglesia", explicó.
Escribió una carta a la Nunciatura Apostólica con su denuncia y, al no recibir respuesta, salió frente a la sede diplomática con un gran signo de interrogación para exigir alguna reacción de los funcionarios de la iglesia. Finalmente la tuvo, pero no como esperaba.
Según John Wojnowski, el obispo le escribió lamentando que el sacerdote que él acusaba ya había muerto. De todas maneras no había nada que hacer pues los supuestos hechos habían ocurrido en Italia donde existe un estatuto de limitaciones. No obstante, el prelado dijo que rezaría por él y le reconocería los gastos de una terapia psicológica.
BBC Mundo envió una solicitud para conocer la opinión del nuncio apostólico sobre la ya larga protesta de John Wojonwski frente a la sede diplomática del Vaticano pero no recibió respuesta.
Sin embargo, la directora de medios de la Conferencia Episcopal en EE.UU., la hermana Mary Ann Walsh, envió un correo electrónico en el que recalcó que los obispos en este país toman de manera seria todas las acusaciones de abuso sexual por parte del clero e indicó que se mantiene un informe anual al respecto que es de acceso público.
"La consternación por el pecado y crimen de abuso sexual por el clero es de suma importancia para la Iglesia Católica de EE.UU. A través de un ambiente de seguridad que incluye un control de los antecedentes de aquellos que interactúan con niños y de la educación para menores y adultos de lo que constituye interacción aceptable e inaceptable, la Iglesia Católica ha visto una enorme disminución de infractores y víctimas de abuso sexual por clérigos. El número de casos es casi nulo pero la vigilancia de la iglesia continúa siendo intensa", dijo el comunicado.
Wojnowski nunca consideró haber recibido una réplica satisfactoria, y es por eso que, hace 15 años, decidió hacer un cartel donde denunciaba que su vida había sido destruida por un sacerdote pedófilo como una manera de enfrentar su trauma.
"Entraron en pánico", manifestó a la BBC, "y, desde ahí, empezaron una campaña de intimidación contra mí. Me ridiculizaron, me avergonzaron y me expusieron".
Aseguró que nunca quiso dar su nombre pero -en lo que tildó de una treta para engañarlo- una mujer que dijo ser una periodista que quería contar su historia publicó su nombre en los titulares.
"Me sentí burlado, expuesto. Seguro creían que me iba a dar un ataque al corazón o que me iría a suicidar".
Esa burla e intimidación se manifestó muchas veces desde el interior de la Nunciatura donde personas le hacían gestos vulgares, según Wojnowski. También ha sido objeto de insultos de individuos que él dice son enviados por los funcionarios de la iglesia. "Hasta han llamado al servicio secreto", declaró, "pero, afortunadamente, aquí en Estados Unidos tenemos libertad de expresión".
Determinación
Esa libre expresión la practica los siete días a la semana, así llueva, truene o relampaguee. Wojkowski toma el transporte público desde su casa después del medio día y tarda entre una y dos horas para llegar hasta la Nunciatura. Allí se queda marchando con sus carteles, distribuyendo panfletos a quienes paran para hablar con él y saludando a los autos que tocan el claxon en apoyo.
Tiene un página internet donde detalla toda su historia y cómo va adelantando su cruzada solitaria.
"Admiramos su valor y determinación de continuar con su protesta para hacer que se conozca su caso y otros casos de abuso sexual", declaró a la BBC Barbara Dorris, directora de divulgación de la Red de Sobrevivientes del Abuso Clerical (SNAP, por sus siglas en inglés).
Dorris señaló que Wojkowski está forzando a los funcionarios de la iglesia a enfrentar y asumir sus responsabilidades por encubrir, posibilitar y proteger a los depredadores.
"Todo ese tiempo que John lleva afuera es una indicación de lo amplio del problema y que las cosas realmente no han cambiado. Los líderes eclesiásticos han adoptado políticas y procedimientos pero todavía estamos preocupados por la seguridad de los menores", afirmó la funcionaria de SNAP.
Por su parte, John Wojkowski declaró que busca que se haga justicia, que la iglesia reconozca el daño que le hicieron y que hagan reparaciones. "Quiero que me insulten otra vez con una oferta", dijo sin tener muchas esperanzas de que eso suceda.
"No me importa si no me ofrecen nada. Esta es mi batalla personal, es la única manera que sé hacerlo, nunca me he sentido mejor. Es un desafío pero es bueno".
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