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jueves, 12 de junio de 2014

¿Por qué gusta tanto el Mundial a pesar de los escándalos de la FIFA?

¿Por qué gusta tanto el Mundial a pesar de los escándalos de la FIFA?

Torcida brasileña
La "torcida" brasileña es famosa por su devoción futbolística.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa definió una vez al fútbol como "una religión laica", capaz de generar manifestaciones irracionales y colectivas que en el pasado solo convocaban iglesias y profetas. Si el Premio Nobel de Literatura tiene razón, hoy empieza la mayor fiesta religiosa del planeta.
A partir de este jueves, creyentes y ateos de norte a sur rezarán para que el balón perfore redes ajenas y perdone la virginidad de las propias. Oraciones paganas serán entonadas en oficinas, escuelas y comercios de este a oeste cada vez que el árbitro se lleve el silbato a la boca. No faltará el apóstata que maldiga el fanatismo ajeno y hable del opio de los pueblos, pero las cábalas, las supersticiones y los festejos serán el pan de cada día.
Como le dijo el escritor colombiano Ricardo Silva Romero a BBC Mundo, "el fútbol es una pasión que viene de la infancia: es irreflexiva, irracional, primaria. Está atado a los primeros recuerdos, a las primeras emociones. A los tiempos del colegio y los amigos del barrio. Sigue siendo, además, un refugio: de la vida, de la política, de la realidad".
Sin embargo, el Mundial de Fútbol 2014, que tiene su sede en uno de los países más religiosos del mundo -tanto en lo que respecta a la fe por la cruz como por la pelota-, se ha parecido en los últimos tiempos a esos cónclaves de la antigua Iglesia Cristiana, más conocidos por sus divisiones teológicas que por sus afinidades ecuménicas.
Las protestas en Brasil contra los gastos que demandó la infraestructura mundialista, sumado a las denuncias de corrupción contra la FIFA en la elección de Qatar como sede para el 2022, han provocado dudas en muchos seguidores: un cisma entre el entusiasmo por la Copa del Mundo y la desazón ante la forma en que se administra el deporte más popular del planeta.

La teoría de la salchicha

Para el humorista británico John Oliver, el fútbol también se parece a una religión, pero en tres aspectos que nada tienen que ver con su capacidad de generar pasiones colectivas. En un polémico e inspirado monólogo en su programa Last Week Tonight de la televisión estadounidense, Oliver calificó al fútbol como una religión organizada con la FIFA como iglesia.
Niño brasileño
El Mundial genera alegría en Brasil...
"Su líder es infalible (por Sepp Blatter), obliga a países sudamericanos a gastar dinero que no tienen en catedrales opulentas (en referencia a estadios de fútbol como el de Manaos, que costó millones de dólares a Brasil y solo será utilizado en cuatro partidos del torneo), y puede llegar a ser responsable al final de la muerte de un número impresionante de personas en el Medio Oriente (recordando las duras condiciones laborales en Qatar, país que debe comenzar a construir sus propia infraestructura mundialista)".
Oliver, un fanático del deporte del balompié, recurrió otra metáfora para describir esta división entre entusiasmo futbolero y desazón con la FIFA. Para él, el fútbol sigue el principio de la salchicha: si uno ama algo, no debe averiguar de qué está hecho.
"Hasta cierto punto el fútbol es una ficción, como una película o una serie de televisión, y, en ese sentido, pocos espectadores están interesados en su tras escena", reflexionó Silva Romero.
Pero los hot dogs en Brasil y Qatar están oliendo tan mal que hasta los socios comerciales de FIFA quieren saber qué paso con los ingredientes de este embutido, como explica el analista económico de la BBC Bill Wilson:
"Sony ha llamado a una profunda investigación de las denuncias contra la elección del país árabe como sede mundialista, Coca Cola dijo estar listo para reducir la visibilidad de su marca durante el actual campeonato si la agitación social regresa y Adidas indicó que la situación actual no es buena ni para el fútbol, ni para la FIFA ni para sus socios".
Crhistopher Gaffney, profesor de la Universidad Federal Fluminense en Brasil, le dijo a BBC Mundo que "la Copa del Mundo es una cosa, y la Copa del Mundo de la FIFA es otra. La gente no se siente incluida en esta última, no puede acceder a entradas al estadio, no ve beneficios, solos costos, así que están enojados".

La cerveza no se negocia

Ante la dureza de estas y otras críticas, la FIFA emitió un comunicado dos días antes de la inauguración del mundial con el título "La realidad de las cosas" en el que dice, entre otras cosas, que a diferencia de otros eventos de gran envergadura como Juegos Olímpicos o Fórmula 1, el Mundial cuenta con un gran número de entradas a precios asequibles.
"Para los partidos de grupo, los brasileños pueden adquirir entradas a partir de 15 dólares. Además, la FIFA ha puesto a disposición de los obreros que participaron en la construcción y de personas socialmente desfavorecidas 100.000 entradas gratuitas".
Protestas en Brasil
... y también protestas.
Para Gaffney, estudioso del universo del fútbol en Brasil, la FIFA y su forma de hacer negocios han dejado una mala impresión en Brasil.
"No se han ayudado a sí mismos con sus comentarios inoportunos, su aparente arrogancia y su falta de compromiso con el público brasileño. A la gente en general no le gusta ver cómo su dinero se destina a la construcción de hoteles cinco estrellas y estadios de primera clase cuando no hay servicios sanitarios básicos en sus vecindarios".
Uno de los comentarios más polémicos que recopiló Oliver en su monólogo contra la FIFA fueron las palabras del secretario general Jerome Valcke cuando la federación y el gobierno de Brasil se enfrentaron por la prohibición de vender alcohol en los estadios de fútbol que impuso el país sudamericano en 2003.
Debido a que la marca de cerveza estadounidense Budweiser es uno de los principales socios comerciales de la federación de fútbol, el secretario general viajó a Brasil y la organización deportiva consiguió un cambio en la legislación.
"Lamento decirlo y quizás parezca un poco arrogante pero eso es algo que no vamos a negociar, va a ser contemplado y tiene que ser contemplado -como parte de la ley- el hecho de que nosotros tenemos el derecho de vender cerveza", dijo Valcke en su visita a Brasil.
El dogma no se reforma: los jugadores patean, los arqueros atajan y los simpatizantes beben cerverza fría.
Estadio de Manaos
El nuevo estadio de Manaos, uno de los símbolos del Mundial 2014.

Los mercaderes del templo

En su comunicado del 10 de junio, la FIFA niega haber pecado. La federación destaca que de los US$2.000 millones que gasta en el Mundial cerca de la mitad han sido destinados a proveedores locales -es decir- a la economía brasileña y rechaza la acusación de haber promovido el desalojo de personas para la construcción de estadios o de los vendedores ambulantes que comercian en sus alrededores.

La FIFA se defiende

  • La FIFA se ha hecho cargo de todos los gastos de operaciones del Mundial.
  • La FIFA no obliga a ningún país anfitrión a construir doce estadios.
  • La FIFA no solicita una exención general de impuestos para sus patrocinadores o proveedores.
  • La FIFA no ha exigido nunca ningún tipo de desalojo.
En lo que respecta a lo que es del César y a lo que es de Dios, la organización asegura que no solicitó una exención general de impuestos para sus patrocinadores y proveedores.
En mayo de 2010, pocos días antes de la elección de las sedes mundialistas de 2018 y 2022, la BBC reveló que la FIFA solicitaba una serie de condiciones a los países candidatos entre las que estipulaba que todo el evento debería estar libre de impuestos.
"A cualquier país anfitrión se le requiere una comprensiva política de exención de impuestos a favor de la FIFA y otras partes involucradas en albergar y organizar el evento", dijo en ese momento un vocero e la federación deportiva.
El periodista de economía y negocios de la BBC Ian Pollock concluía entonces que el gobierno británico, en caso de ganar la sede (algo que finalmente no ocurrió), debería renunciar a decenas de millones de libras en impuestos para beneficio de la FIFA, una organización de caridad que apenas paga impuestos en su país, Suiza".

Tristeza nao tem fin

Construcción en Qatar
Las obras ya han comenzado en Qatar.
En aquel mayo los delegados de la FIFA nombraron a Rusia y a Qatar como las futuras sedes mundialistas. La elección del primer país no generó grandes críticas pero el caso del país árabe fue muy diferente.
Las altas temperaturas del verano qatarí, la casi nula infraestructura futbolística y las críticas contra las condiciones laborales generaron preguntas en el ambiente deportivo pero lo más grave fueron las investigaciones sobre presuntos pagos de sobornos en la asignación de la sede.
La FIFA admitió entonces que analizaba un cambio de calendario para celebrar el Mundial de Qatar con un clima menos abrazador, dijo que estudiaría la situación laboral en el país árabe y lanzó una investigación sobre los pasos que llevaron a la elección de esa nación del Golfo para la Copa del Mundo de 2002.
Pero tras las graves acusaciones del diario británico The Sunday Times, con nombres, apellidos y números involucrados en la presunta elección fraudulenta, Blatter perdió la paciencia: "Hemos visto lo que la prensa británica ha publicado, no sé cuáles son los motivos pero debemos mantenernos unidos" dijo y añadió:
“Otra vez vemos esta suerte de tormenta en contra de la FIFA por la Copa del Mundo de Qatar. Es triste pero hay una gran cantidad de discriminación y racismo y eso me duele. Me pone realmente triste".

Sin Capilla Sixtina

La prensa británica no se conmovió. El semanario The Economist se preguntó, por el contrario, "¿por qué el juego más grande del mundo está manejado por un grupo de mediocres, especialmente Sepp Blatter?".
Dilma Rousseff y Sepp Blatter
Dilma Rousseff y Sepp Blatter juegan su propio mundial.
"En cualquier otra organización, los escándalos financieros eternos hubiesen provocado su despido hace años. Pero aún más, él parece desconectado del presente, desde sus comentarios sexistas sobre las mujeres hasta interrumpir un minuto de silencio por Nelson Mandela pasados solo 11 segundos, con sus 78 años es una suerte de dinosaurio", concluyó la publicación.
Pero la FIFA no es cualquier otra organización y Blatter no es cualquier dirigente. Qatar no es un país más del Medio Oriente cuando se convierte en sede mundialista y Brasil no es una sede más cuando se trata de la devoción por el balón.
"La FIFA me recuerda al Vaticano: un estado aparte. Un poder inmenso. Y un peligro. Pero también una organización que ha elevado al fútbol a la categoría de mejor espectáculo del mundo, que, aunque tenga esa tras escena más bien sórdida, ha conseguido crear más y más hinchas como una multinacional imparable. El fútbol es, en cualquier caso, infinitamente superior a la FIFA y la FIFA, a diferencia del Vaticano, no tiene fieles ni turistas", opinó Silva Romero
Cuando la pelota comience a rodar esta noche entre Brasil y Croacia, los millones de fieles y turistas de este culto olvidarán por un segundo los escándalos y las denuncias contra la FIFA de los últimos días. En Sudáfrica 2010, 3.200 millones de personas en el planeta vieron al menos un partido del Mundial por televisión y ahora la FIFA espera romper ese récord.
Para los televidentes y los que tengan la suerte de entrar a los estadios, cuando los 32 equipos mundialistas salgan a la cancha será el momento de persignarse y contener la respiración, con la ciega esperanza de gritar un gol.

Fúbol en Manaos
La pelota, objeto de fe y de deseo.


jueves, 16 de mayo de 2013

Los extranjeros esclavizados en medio de la bonanza brasileña


Los extranjeros esclavizados en medio de la bonanza brasileña

Taller de costura
Desde 2010, rescataron a 128 bolivianos y un peruano de talleres clandestinos en Sao Paulo.
El Mundial, los Juegos Olímpicos y una economía que crece y se sitúa entre las primeras del mundo. Esas son algunas de las noticias que más se oyen últimamente sobre Brasil y que en los últimos años han llevado a muchos a hacer las maletas para buscar suerte en el gigante latinoamericano.
Pero la creciente demanda de mano de obra ha expuesto a inmigrantes de varias nacionalidades a condiciones de trabajo análogas a la esclavitud, contraer grandes deudas con los empleadores, hacer largas jornadas de trabajos forzados y padecer condiciones laborales degradantes.
En la semana en la que el país conmemora el 125 aniversario de la abolición de la esclavitud, varios especialistas consultados por BBC Brasil aseguran que en el escenario actual, la situación más preocupante es la de los extranjeros que llegan a Brasil en busca de un El Dorado de oportunidades.
De hecho, el número de extranjeros rescatados en el país por trabajos que se acercan a la esclavitud ha aumentado en los últimos años, asegura el coordinador del programa de Erradicación del Trabajo Esclavo -un ente asociado al Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE)-, Renato Bignami.
Según Bignami, desde 2010, cuando comenzaron las operaciones de combate al trabajo esclavo dirigidas exclusivamente a extranjeros, 128 bolivianos y un peruano fueron rescatados sólo en el estado de Sao Paulo, el que concentra el mayor número de trabajadores foráneos en el país.
A todos ellos se les encontró en talleres de costura ilegales, generalmente trabajando en empresas subcontratadas por marcas textiles reconocidas como Zara, Cori, Emme o Luigi Bertolli.
"El número de rescatados está creciendo por dos factores: por un lado aumentó el interés de los extranjeros en Brasil, que muchas veces entran al país de forma irregular y sufren condiciones de trabajo degradantes, y por otro, intensificamos las redadas. La tendencia es que nos encontramos cada vez a más extranjeros de nacionalidades variadas que son víctimas del crimen", le explica a BBC Brasil.

Bolivianos, paraguayos y peruanos

Bolivianos trabajando en un taller de costura en Sao Paulo
Los inmigrantes sudamericanos no son las únicas víctimas de la esclavitud contemporánea en Brasil.
Bignami estima que cerca de 300.000 bolivianos, 70.000 paraguayos y 45.000 peruanos viven en la región metropolitana de Sao Paulo, la mayoría trabajando en condiciones similares a la esclavitud.
Y además de los 128 bolivianos y un peruano rescatados en Sao Paulo, cerca de 80 paraguayos fueron encontrados en dos haciendas del estado de Paraná, al suroeste de Brasil, en dos operaciones desarrolladas desde octubre del año pasado, según información de la organización no gubernamental Repórter Brasil, que investiga el tema desde hace más de una década.
Pero los inmigrantes sudamericanos no son las únicas víctimas de la esclavitud contemporánea en Brasil. Esta misma semana, 80 ciudadanos bangladesís fueron rescatados por la policía en Brasilia.
Según la prensa local, fueron reclutados con la falsa promesa de un trabajo por un salario de US$1.500 pero acabaron explotados en obras de construcción.
El mes pasado, un ciudadano chino fue rescatado de una pastelería en Río de Janeiro. Según la policía, sufría agresiones físicas y era sometido a condiciones de trabajo humillantes.
En diciembre de 2010, una operación del Ministerio Público de Trabajo (MPT) consiguió poner en libertad a cuatro inmigrantes chinos que estaban siendo explotados en una empresa maderera en la Zona Franca de Manaus, en la Amazonía.
Desde la semana pasada, el MTE investiga en Sao Paulo por primera vez denuncias de explotación de haitianos en talleres de alta costura.
"Era sólo una cuestión de tiempo", asegura Bignami. "Esos trabajadores de países pobres con problemas recientes, como el terremoto de Haití, piensan que El Dorado está en Brasil. Sabíamos que la mano de obra estaba siendo aprovechada por la construcción civil, pero no sabíamos que también para la confección", afirma.

La "punta del iceberg"

Habitación
Generalmente, los alojamentos improvisados se instalan en el lugar de trabajo.
Para Luiz Machado, Coordinador Nacional del Programa de Combate al Trabajo Forzado y el Tráfico de Personas de la Organización Internacional del Trabalho (OIT), el número de extranjeros rescatados no ilustra la realidad porque los trabajadores tienen miedo de ser encontrados, por lo que hay pocas denuncias.
"Sólo es la punta del iceberg", afirma Machado.
Poniendo a los bolivianos como ejemplo, Machado asegura que los trabajadores son reclutados en Bolivia y atraídos por falsas promesas de empleo.
Una vez en la ciudad de destino, la mayoría de las veces en Sao Paulo, están endeudados con los costos del viaje y "acaban esclavizados, con la libertad cercenada por las deudas y las amenazas".
Al entrar en Brasil de forma ilegal, tienen medio de denunciar la explotación a la que son sometidos y de enfrentar la deportación y desconocen que una resolución del Consejo Nacional de Inmigración prevé la concesión de visados de permanencia a extranjeros que estén en el país en situaciones vulnerables.
"Ese trabajador no quiere ser encontrado", afirma el coordinador de la OIT. "La situación en el país de origen es tan mala que acepta la explotación como una forma de alimentar el sueño de convertirse un día en el dueño del taller y tener una vida mejor".
Las inspecciones realizadas en los talleres de costura exponen un escenario degradante. Los inmigrantes trabajan hasta 16 horas diarias, de lunes a sábado, amontonados en salas claustrofóbicas. Comparten pequeños alojamientos improvisados instalados junto a los talleres, sin las condiciones adecuadas de higiene y ganan cerca de 300 reales mensuales (unos US$150), sobre los cuales son aplicados descuentos relativos a los gastos de alimentación, residencia y por el viaje hecho a Brasil.
Como las denuncias son poco habituales, Bignami asegura que la mayor parte de los 50 talleres clausurados hasta ahora en el estado de Sao Paulo son consecuencia de largas investigaciones.

Mano de obra informal

El sector de la construcción civil atrae buena parte de la mano de obra extranjera, pero es en la industria textil en la que los trabajadores foráneos están más expuestos a la explotación.
Bignami dice que desde hace décadas, la industria textil ha sustituido a los trabajadores contratados por mano de obra precaria e informal.
Para reducir los costos, las empresas contratadas por las grandes marcas externalizan parte de su producción a talleres de costura, muchas veces ilegales.
"El hecho de que (el trabajador) sea extranjero alimenta el sistema, porque se basa en la vulnerabilidad de la persona que se esconde y no se queja", confirma.
Hasta ahora, cinco grandes marcas textiles han sido acusadas directamente por tener a trabajadores con condiciones análogas a la esclavitud, entre ellas la española Zara, y se han impuesto indemnizaciones a los trabajadores por parte de las empresas.
Además, el estado de Sao Paulo aprobó una ley -aún no sancionada por el gobernador- que aumenta las penas a los empleadores que imponen condiciones de trabajo infrahumanas.
Según esa norma, una vez rescatado y con indemnizaciones individuales que pueden alcanzar los 30.000 reales (US$15.000), el inmigrante consigue un visado para permanecer en Brasil y la tarjerta de trabajo, por lo que se le abre la posibilidad de encontrar un empleo formal.
Sin embargo, según las autoridades, en esos casos la mayoría de los trabajadores prefiere volver a casa.
"Para los pocos que se quedan, tratamos de darles apoyo, ofrecerles clases de portugués y cursos de formación profesional para ayudarles en su integración", afirma Renato Bignami.

Convención de la ONU

Trabajadores en Brasil
En las áreas urbanas, la mayoría de los casos de esclavitud se dan en la construcción.
Pese a haber elogiado las iniciativas de Brasil para combatir el trabajo esclavo contemporáneo, la ONU ha pedido al gobierno que ratifique la Convención de Protección de los Derechos de los Trabajadores Migrantes que prevé más medidas para proteger a los trabajadores extranjeros.
Según la ONG Repórter Brasil, el país es el único miembro de Mercosur que no ha firmado el acuerdo que está en vigor desde 2003.
Brasil fue el último país de las Américas en abolir la esclavitud, pero uno de los primeros en asumir la existencia del trabajo esclavo contemporáneo, en 1995, y desde entonces ha puesto en marcha iniciativas para combatirlo que ya han conseguido rescatar más de 44.000 trabajadores, la mayoría en áreas rurales y en labores relacionadas con la producción de soya, azúcar o algodón.
La mayoría de los casos se detectaron en el centro-oeste del país.
Las empresas acusadas de utilizar trabajo esclavo se incluyen en la conocida como "lista sucia", un registro del gobierno que tiene como objetivo impedir las entregas de créditos y el abastecimiento de productos a empleadores infractores.
Ahora, un proyecto del gobierno para evitar el trabajo esclavo, que prevé la expropiación de propiedades rurales y urbanas donde se registren condiciones análogas a la esclavitud, está frenado en el Congreso
Según el proyecto, las propiedades expropiadas en el campo serán destinadas a la reforma agraria; en las áreas urbanas, a proyectos de acción social.
El fundador de la ONG Repórter Brasil, Leonardo Sakamoto, critica la demora en la aprobación de ese proyecto y cree que el gobierno debería impulsar políticas de prevención y reinserción de trabajadores rescatados.
"El gobierno tiene que actuar de forma más eficiente en los municipios pobres, aumentando la oferta de empleos y concienciando a los trabajadores", afirma.
Además, aboga por más proyectos educativos para reducir los índices de reincidencia en el trabajo esclavo (actualmente entre un 10% y un 15%).
"El trabajador vuelve a casa con tres meses de seguro de desempleo pero en cuanto se le acaba el dinero, vuelve a inmigrar y vuelve a caer en el trabajo esclavo", lamenta.

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