miércoles, 25 de septiembre de 2013

Geoingeniería: ¿podemos enfriar el planeta y revertir el cambio climático?

Geoingeniería: ¿podemos enfriar el planeta y revertir el cambio climático?

Representación gráfica de geoingeniería
Aún no se conocen los riesgos potenciales que supone controlar el clima de la Tierra.
La manipulación a gran escala del medio ambiente terrestre, conocida como geoingeniería o ingeniería climática, puede ofrecer soluciones para enfriar el planeta o para reducir los niveles de dióxido de carbono de la atmósfera.
Pero los científicos son conscientes de que estas tecnologías aún se encuentran en sus primeras fases de desarrollo y no han sido probadas a escala global.
Aunque interferir deliberadamente en la naturaleza implica grandes riesgos, algunos investigadores creen que si las concentraciones de carbono en la atmósfera alcanzan un nivel crítico, la geoingeniería podría ser la única manera de tomar el control del clima.
Geoingeniería
Las técnicas de Gestión de Radiación Solar buscan devolver los rayos del sol al espacio.
Por otro lado, otros expertos creen que los esfuerzos deberían concentrarse en las formas conocidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Steve Rayner, del Programa de Geoingeniería de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, opina que no hay una respuesta simple, pero sostiene que "sería irresponsable no explorar el potencial para entender las tecnologías de la mejor manera que podemos".
"A lo largo de la historia humana las tecnologías de una generación crearon problemas para la siguiente. Tenemos que encontrar una forma de manejar eso, es parte de la evolución de la sociedad", añade Rayner, en conversación con la BBC.

Ingeniería climática

Es la manipulación deliberada y a gran escala de la naturaleza para contrarrestar el cambio climático.
Geoingeniería
Una de las ideas es que las nubes reflejen más rayos solares.
Hay esencialmente dos formas de hacer esto.
La primera es conocida como Gestión de la Radiación Solar (SRM, por sus siglas en inglés) y contempla reflejar más rayos solares lejos de la Tierra y de vuelta al espacio.
Un método de SRM propone colocar aerosoles de sulfato en las capas más altas de la atmósfera.
Esto imita a lo que ocurre naturalmente cuando un gran volcán entra en erupción. Por ejemplo, la erupción del Monte Pinatubo en 1991 inyectó un gran volumen de azufre en la estratósfera. Las partículas producidas en las reacciones subsiguientes enfriaron el mundo en alrededor de 0,5 ºC en los dos años posteriores al reflejar la luz del sol.
Pero el uso de SRM sólo se dirige a los síntomas, no al problema de la creciente concentración de dióxido de carbono (CO2).
La segunda opción de la ingeniería climática busca remover el CO2 que ya existe. Se han propuesto varias maneras de hacerlo, y se agrupan en lo que se denomina Limpieza de Dióxido de Carbono (CDR, por sus siglas en inglés).

Tecnologías propuestas


Gestión de la Radiación Solar

Volcán
La inyección de aerosoles de sulfato está diseñada para imitar las erupciones volcánicas.
Mejoramiento del albedo: busca aumentar la capacidad reflectante de las nubes o de la superficie terrestre para que una mayor parte del calor del Sol sea devuelta al espacio.
Reflectores espaciales: la idea es bloquear una pequeña parte de la luz solar antes de que llegue a la Tierra.
Aerosoles estratosféricos: el método propone introducir pequeñas partículas reflectantes en la termosfera para reflejar parte de la luz del Sol antes de que alcance la superficie trerrestre.

Limpieza de Dióxido de Carbono (CDR)

Forestación: plantar árboles a escala global.
Biocarbón: quemar biomasa o material vegetal y usarlo como fertilizante para que su carbono quede atrapado en el suelo.
Bionenergía con captura y secuestro de carbón: cultivar biomasa, quemarla para producir energía y capturar y aislar el CO2 generado en el proceso.
Captura del aire ambiental: construir máquinas que extraigan el CO2 directamente del aire y lo almacenen en otra parte.
Fertilización oceánica: añadir nutrientes al mar en lugares seleccionados para aumentar la producción de fitoplancton, que absorbe CO2 de la atmósfera.
Meteorización aumentada: exponer una gran cantidad de minelares que reaccionan con el dióxiodo de carbono a la atmósfera y almacenar los compuestos resultantes en los océanos o bajo tierra.
Aumento de la alcalinidad oceánica: moler, dispersar y disolver tipos de roca como silicato, caliza o hidróxido de calcio en el mar para aumentar su capacidad de almacenar carbono y mejorar directamente la acidificación del océano.
Fuente: Programa de Geoingeniería de Oxford
La tecnología más examinada ha sido la fertilización de los océanos, que implica el uso de hierro para estimular el crecimiento de fitoplancton en el océano para aumentar la absorción de CO2.
Un estudio, por ejemplo, ha mostrado que alrededor de la mitad del fitoplancton estimulado por el hierro se sumergió al mar profundo, aislando el carbono por una período de tiempo que puede ser de siglos.
Pero otro estudio mostró que los organismos habían absorbido poco CO2 y que la eficacia de la fertilización con hierro depende del lugar donde se intenta.
Además, algunos proyectos han resultado controvertidos. En julio de 2012, por ejemplo, 100 toneladas de sulfato de hierro se depositaron en el Océano Pacífico, cerca de la costa occidental de Canadá, en un intento de ayudar a la población de salmones.
Pero esta acción provocó la indignación de grupos ambientalistas que se oponen a la fertilización oceánica.
Aunque esta idea aún tiene sus seguidores, John Shepherd, del Centro Nacional de Oceanografía de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, tiene dudas sobre sus beneficios.
"La fertilización de los océanos implica una enorme interferencia en el ecosistema. Tienes un gran impacto ambiental para un pequeño efecto deseado".

Dimensión política

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha dicho con anterioridad que la ingeniería climática podría ofrecer soluciones para atajar el cambio climático, pero también sostiene que hace falta más investigación.
Queda por ver que dice sobre este tema el último informe del IPCC, conocido como AR5, que se dará a conocer este viernes.
Un reporte de la organización científica británica Royal Society de 2009 sugirió que "los métodos de geoingeniería CDR y SRM sólo deberían tenerse en cuenta como parte de un paquete más amplio de opciones para hacer frente al cambio climático".
Y mientras la idea de la ingeniería climática ha ido ganado fuerza desde hace varios años, las propuestas a escala global no han conseguido tomar forma.
Por muchos años, el acuerdo internacional del Protocolo de Kioto ha establecido metas para que los países industrializados reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero. En 2012, las conversaciones sobre cambio climático de Naciones Unidas en Doha extendieron el protocolo.
Rayners se basa en dos estimaciones previas del IPCC y cree que esos objetivos son imposibles de alcanzar. Según el científico, sin importar los esfuerzos por reducir las emisiones, e incluso con el suplemento de las tecnologías de geoingeniería, de todas formas será necesaria cierta adaptación al cambio climático.
"Las tecnologías de ingeniería climática se perciben como herramientas potenciales adicionales dentro del conjunto de medidas para lidiar con el cambio climático, no como sustitutos de la adaptación o de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero", dice Reyners.
También añade que hay documentos reunidos por el IPCC y el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (Unep, por sus siglas en inglés) que sugieren que no será posible alcanzar esas metas "sin encontrar maneras de remover el carbono del aire".

Riesgos

Algunos científicos señalan que manipular el clima en una parte del mundo puede tener consecuencias en otro lado. Por consiguiente, sostienen, cualquier acción de este tipo debería ser a nivel global y con un acuerdo internacional.
Cambiar el clima de un país incluso está calificado como crimen de guerra por la Convención de Ginebra de 1976.
Paul Nightingale, del departamento de investigación de políticas de ciencia y tecnología de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, opina que actualmente no existe la infraestructura necesaria para tomar semejantes decisiones sobre el clima global.
"Por eso serán extremadamente discutidas", añade.
Rose Cairns, también de la Universidad de Sussex, escribió un informe sobre este tema para el Consejo británico de Investigación Social y Económica.
Uno de los problemas, dice Cairns, es que la geoingeniería sigue siendo un término muy ambiguo debido a la diversidad de tecnologías que incluye.
Lanzar aerosoles a la atmósfera, por ejemplo, puede ser "muy polémico", mientras que un proyecto global para plantar árboles probablemente cause menos debate.
Como con cualquier nueva tecnología, no pueden descartarse los efectos impredecibles de la geoingeniería.
Por ejemplo, además de los beneficios que puede aportar, se cree que llenar la estratósfera con aerosoles de sulfatos podría provocar la disminución del ozono atmosférico y aumentar el riesgo de sequías, particularmente en Asia y África, donde puede afectar a las lluvias del monzón de manera adversa.
De nuevo, el problema recae en quién toma las decisiones.
"¿Quién va a decidir qué constituye una emergencia tan seria como para cambiar la temperatura del planeta?"
Otro punto es que una vez que la ingeniería climática sea una opción, puede distraer de la importancia de reducir las emisiones de CO2.


Costos

Otro factor a tener en cuenta es el costo de usar nuevas tecnologías a escala global. Aunque el precio puede ser menor al costo ambiental de la inacción, Paul Nightingale cree que sería mejor gastar más dinero en hacer que la producción de energía sea más ecológica.
"La termodinámica para extraer el CO2 del aire es mucho más costosa que eliminarlo de los tubos de escape y de las plantas eléctricas", explica.
"Parecen tecnologías tan complicadas, caras y riesgosas en comparación con tantos desarrollos ya existentes que son benignos para el medio ambiente".
Coincidiendo sobre este punto, el astrónomo Lord Reed, expresidente de la Royal Society, declaró recientemente que la geoingeniería puede ser una pesadilla desde el punto de vista político y tener efectos colaterales no buscados.

Plazos

Por ahora sólo pueden llevarse a cabo pruebas de geoingeniería a escala pequeña y siempre y cuando no afecten la biodiversidad, según un norma acordada por la Convención sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas de 2010.
Esta limitación se logró en parte por la presión de activistas del grupo internacional ambientalista Acción sobre la Erosión, Tecnología y Concentración (ETC). Ellos dicen que la preocupación principal es "el control internacional de los sistemas planetarios: el agua, la tierra y el aire".
También expresaron su preocupación por la posibilidad de que los estados más poderosos vean la geoingeniería como "un arreglo rápido y barato para el cambio climático" y no dejen recursos para contrarrestar los actuales problemas del clima.
Andy Ridgwell, experto en modelos de los sistemas terrestres de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, responde a estos argumentos al señalar que de hecho ya estamos afectando la biodiversidad "al llenar de carbono la atmósfera".
Sin embargo, según Ridgwell, es más probable que "sigamos adaptándonos" antes de que se lleven a cabo proyectos de geoingeniería a gran escala en un futuro cercano.
"A menos que colapsen las capas de hielo, no veo que hayamos llegado a un punto fundamental en el que los principales emisores de repente se pongan de acuerdo para hacer algo", dice Ridgwell.

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