Una familia en Mali se come un camello de François Hollande
10 de abril de 2013
El camello que regalaron las autoridades malienses a François Hollande, presidente de Francia, en agradecimiento por su reciente ayuda militar murió a manos de sus custodios, que lo convirtieron en estofado y se lo comieron.
"Tan pronto como nos enteramos, reemplazamos el camello con uno más grande y más hermoso", declaró un funcionario local maliense a la agencia de noticias Reuters.
"Enviaremos el nuevo camello a París. Estamos avergonzados de lo que ha pasado. Fue un regalo que no merecía este final", añadió.
Las autoridades de Mali habían obsequiado a Hollande con el animal en una visita del presidente galo a la ciudad de Tombuctú a principios de febrero, poco después de la intervención militar francomaliense que arrebató el control de la ciudad a los grupos armados islamistas.
El joven animal interrumpió el recibimiento al presidente francés con sus berridos, que no dejaban escuchar el discurso de un oficial maliense, tal vez adelantándose a la fatalidad que estaba por venir.
Hollande dejó entonces el camello al cuidado de una familia local en Tombuctú, mientras las autoridades francesas decidían qué hacer con el animal.
Aunque durante su visita a Tombuctú en febrero el mandatario francés bromeó con utilizarlo como medio de transporte para evitar los atascos de París, su sino más probable iba a ser un zoológico de Francia.
La prensa francesa, que se hizo eco del trágico final del animal hace apenas unos días, asegura que el presidente recibía noticias regulares sobre la situación del camello del propio ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian.
Presentes exóticos
No es la primera vez que un jefe de estado francés recibe un animal exótico como regalo -aunque hasta ahora parece que han sido cuidados con más escrúpulo.
La historia trae cola.
Sin ir más lejos, la semana pasada se descubrió en el Museo de Historia Natural de París el robo de un colmillo del esqueleto de un elefante, que fue un obsequio de un rey portugués del siglo XVII al entonces rey de Francia, Luis XIV.
Esta vez, con mejor suerte, la policía atrapó al ladrón cuando huía, con el colmillo bajo el brazo.
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