Ceres, la convulsa historia del primer planeta "degradado" del Sistema Solar
Cuando se trata de planetas perdedores, es posible que Ceres ocupe el primer lugar de la lista.
Seguro que has oído hablar de cuando Plutón fue degradado a planeta enano. Pero antes que Plutón, estuvo Ceres.
Ceres también fue una vez un miembro completo de la fraternidad planetaria del Sistema Solar.
Cuando los astrónomos lo descubrieron en 1801, era el único objeto conocido entre Marte y Júpiter.
Su historia recuerda a la de Plutón.
Después de que los astrónomos encontraran más cuerpos en órbitas similares –objetos que se convirtieron en parte de lo que hoy se conoce como cinturón de asteroides- reclasificaron a Ceres como un asteroide.
Pero no es un asteroide cualquiera. Sigue siendo el más grande, con un tercio de toda la masa del cinturón de asteroides.
Enano, pero interesante
Ceres es lo suficientemente grande para que la gravedad lo haya hecho redondo, lo que lo clasifica también como planeta enano.
A pesar de este estatus humilde, Ceres está demostrando ser mucho más interesante que otra roca cualquiera del espacio.
Por ejemplo, Ceres es uno de los mundos con más agua del Sistema Solar.
El agua constituye el 15% de su masa, y un tercio de su volumen, según las últimas estimaciones.
La mayor parte del agua está atrapada en hielo, pero los científicos creen que en su interior más profundo, una parte debe estar en estado líquido.
Dada la importancia del agua para la vida, esto tiene implicaciones para la habitabilidad.
Esto no significa que en Ceres haya vida alienígena, pero un mundo de estas características contiene pistas cruciales sobre el origen de la vida, en la Tierra y más allá.
Como el único cuerpo de estas características en el sistema solar interior, Ceres representa uno de los bloques centrales en la formación de los planetas.
"Es un ejemplo del último paso antes de los planetas", dice Andy Rivkin, científico planetario de la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos.
Ceres es un remanente del pasado, y explorarlo es excavar en la historia del sistema solar.
La nave espacial Dawn, en órbita ahora alrededor de Ceres, está haciendo eso precisamente.
Aunque a la misión le queda todavía mucho por delante, ya ha revelado una superficie asombrosa, con cráteres, descubriendo un mundo que no es un trozo aburrido de hielo y rocas, sino algo vivo.
Un mundo único
A finales del siglo XVIII, los astrónomos conocían siete planeta. Urano fue el último de ellos, añadido en 1781.
Pero entre Marte y Júpiter había un hueco curiosamente amplio.
Según una ley empírica conocida como la ley de Titius-Bode, la distancia entre el sol y los planetas seguía un patrón determinado.
Si este patrón era correcto, debía haber un planeta justo en ese hueco.
Así que cuando un monje italiano llamado Giuseppe Piazzi descubrió Ceres en el día de año nuevo de 1801, los astrónomos se regocijaron.
Habían encontrado al último planeta perdido, y además era la segunda vez que alguien identificaba un planeta en tiempos modernos.
Aunque los astrónomos encontraron tres cuerpos más en órbitas similares en los años siguientes, Ceres mantuvo su condición de planeta.
Y siguió siendo un planeta durante 50 años, cuando los astrónomos descubrieron a Neptuno.
Pero gracias a los telescopios existentes entonces, los astrónomos estaban encontrando cada vez más objetos cerca de Ceres.
Se dieron cuenta de que Ceres era solo uno de entre una nueva clase entera de cuerpos. En lugar de un planeta, Ceres fue calificado de "planeta menor" o asteroide.
"El pobre Ceres fue degradado", dice Chris Russell, científico planetario de la Universidad de California. "Desde entonces ha ido cuesta abajo".
¿Vida en Ceres?
Ceres ha languidecido como un miembro más del cinturón de asteroides, aunque eso sí, el miembro más grande.
Hace 15 años los científicos pudieron tomar medidas más certeras de su masa, dice Russell, lo que reveló que Ceres era menos denso de lo que se pensaba.
Este fue un descubrimiento clave, que mostró que Ceres debe contener enormes cantidades de hielo mezclado con roca.
El hielo en sí mismo no es único en el sistema solar. Pero los cuerpos con hielo como Ceres fueron ingredientes clave no solo para los planetas, sino también para la vida en la Tierra.
Para llenar sus océanos, donde se desarrolló primero la vida, los objetos con hielo como los cometas y cuerpos similares a Ceres debieron chocar contra el planeta, desprendiendo agua en ese proceso.
Luego está la posibilidad de que existiera vida en el propio Ceres.
Con 950 kilómetros de largo y una masa 80 veces menor que la de la Luna, Ceres es demasiado pequeño para tener atmósfera, y ni el agua líquida ni el hielo pueden sobrevivir durante largo tiempo en su superficie.
Pero por debajo de la superficie, es otra historia.
Cuando Ceres se formó, era lo suficientemente caliente para derretir el hielo, lo que facilitaba la separación entre agua y roca.
Esto permitió que material más pesado y rocoso se hundiese hacia el centro, mientras que el agua permanecía, formando un manto.
Ceres se enfrió de afuera hacia adentro, por lo que mientras las capas exteriores son ahora una mezcla congelada de hielo y arcilla, parte del agua en su interior puede ser todavía líquida.
Quizás, en algún lugar dentro de Ceres hay un ambiente templado y lo suficientemente húmedo como para que haya vida.
Mientras que nadie espera encontrar alienígenas en Ceres, sí tiene algunas ventajas sobre otros mundos que podrían albergar vida, como Europa y Ganímedes.
Ceres está más cerca del sol, por lo que tiene un calor extra que puede ser necesario para alimentar la vida.
En 2014, Ceres se hizo todavía más interesante.
El telescopio Herschel detectó vapor de agua saliendo del planeta, la primera vez que se detectaba agua de un objeto en el cinturón de asteroides.
El vapor iba y venía en distintos momentos, causando especulación sobre volcanes criogénicos u otra actividad geológica.
Dawn llega
Para descubrir qué estaba generando esas nubes, los científicos necesitaban observar desde más cerca.
Por suerte, una nave espacial estaba ya de camino.
Dawn fue lanzada en 2007, y tras más de un año explorando Vesta, el segundo asteroide más masivo, se dirigió hacia Ceres.
Los científicos vieron entonces un gran punto blanco, brillando sobre la superficie gris y apagada.
Dawn reveló al acercarse más que no era un punto, sino dos, tan brillante que los entusiastas de los Ovnis especularon con que eran señales de seres "ceresianos".
Pero los científicos tenían dos hipótesis más probables. Los puntos podían ser la luz solar reflejando parches de hielo recién formado.
O Dawn estaba mirando directamente hacia volcanes criogénicos o géiseres.
Esto significaría que Ceres era geológicamente activo, pero también que el agua estaba alcanzado la superficie.
Estas erupciones de agua podían ser un vínculo directo con ambientes húmedos y potencialmente habitables más abajo.
Más puntos
Cuando Dawn entró en órbita alrededor de Ceres en marzo de 2015, los científicos encontraron muchos otros puntos más pequeños en la superficie.
Los más grandes resultaron ser un grupo de puntos más pequeños, todos dentro de un cráter de 90 kilómetros de ancho llamado Occator.
Ahora que Dawn ha escalado a una órbita a unos 1.470 kilómetros por encima de Ceres, los científicos han rechazado casi completamente que haya géiseres y volcanes, dice Russell, investigador principal de la misión Dawn.
Hasta ahora, dice Russell, la posibilidad más probable es que los puntos sean sal. No sal de mesa, sino sales químicas como el sulfato de magnesio.
Puede que esto no sea tan apasionante como géiseres en erupción, pero la sal sigue apuntando a agua que fluye.
"Este es un indicador bueno de la existencia de agua, porque la sal no puede flotar fuera del cuerpo por sí misma", dice Russell. "Tiene que ser transportada por líquido para poder llegar a la superficie".
Lo que los científicos no saben todavía es si el agua está depositando sal ahora o si la sal se formó el año pasado, o hace millones de años.
Quizás lo más extraño, incluso más que los puntos, es una montaña solitaria y con forma de pirámide que se erige unos seis kilómetros por encima de la superficie.
A simple vista, dice Russell, es parecido a las montañas de hielo que la nave New Horizons descubrió recientemente en Plutón.
La montaña podría ser también un monte permafrost llamado pingo, que puede verse desde lugares como Alaska y quizás Marte, dice Russell.
Aunque no haya bichos raros en Ceres, el mundo parece estar vivo, con olor a vapor de agua, montañas congeladas, quizás agua fluyendo y lo que sea que Dawn descubra en los próximos meses.
A los ojos de Russell, este tipo de actividad debería convertir a Ceres en un planeta en toda regla.
De hecho, cuando la Unión Astronómica Internacional votó para convertir a Plutón y Ceres en planetas enanos en 2006, podría haber declarado a ambos planetas.
Pero los astrónomos optaron por una definición más estricta, que requiere que un planeta no solo sea redondo, pero que haya limpiado su órbita.
Esto rechaza a Ceres y Plutón por sus lugares en el cinturón de asteroides y de Kuiper, respectivamente.
Por ahora Ceres sigue siendo oficialmente un planeta enano. Pero llámese como se llame, no puede decirse que sea aburrido.